-Es el arroz de ayer... con este calor está pasado. Parece engrudo para pegar carteles.
-¿Malo, quieres decir? Pue, te aguantas, es el mismo que voy a comer yo. Si no llega, no llega.
-Eleonora, que gano cuatro mil trescientos euros...
-La hipoteca...
-Setecientos.
-Los pañales..., la leche especial... ¿No me estarás pidiendo cuentas? Porque cuando yo trabaje, ya puedes despedirte de muchos lujos.
-¿Lujos?
-La cama hecha..., esas cosas que permite, un haragán como tú, que le haga su sagrificada esposa.
Amanece un mal día, para la mujer del bordillero, la bolsa con la ropa del trabajo se le quedó olvidada, al esposo, en la entradita. Con sumo cuidado para no despertar al bebé, el "haragán" abre la puerta del domicilio conyugar, con el temor a la reprimenda, comiéndole los huesos.
-Mamá -está diciendo, ella, desde el teléfono del dormitorio-, no aguantará mucho. Cuando cobre la extra de vacaciones, pediré la separación..., por malos tratos.
-....../
-Sí, está a nombre de los dos.
-....../
-Por evitar habladurías, somos amigos de Antonio, el de la Caixa.
-....../
-Sí, mamá. Pues claro.
-......./
-¿Es suyo, acaso?
El día promete calor, Pepe, ante la expectación de su peón, llena el coche de herramientas; sacos de cemento; ladrillos..., hasta que el maletero dice basta.
-Ahora, con el maestro de obras y le cuentas exactamente los visto.
-¿Qué?
-Lo del robo.
El maestro de obras, mira a su oficial, intentando encontrar un resquicio de locura en el atezado rostro.. Dice con un brillo sospechosos en los ojos:
-Devuelve lo que has cogido, caso olvidado.
-No.
-Lo hará el peón, y a asunto concluido.
-No.
-No tendrás derecho a paro..., ni a un despido...
-¡Exacto!
-Ni te contratarán en ninguna obra..., estas cosas corren como la polvora.
-Por favor... -casi suplica, Pepe.
Los ojos del maestro de obras relucen advertidos y advirtiendo.
-De acuerdo... Ya sabes de la torre que estoy construyendo en Matadepera, está durando las obras más, que La Sagrada Familia. Mil quinientos euros..., sin seguro. Puedes vivir allí, mientras resuelves tus asuntos. ¿Quieres un anticipo, ya sabes, para ir pasando hasta primero de mes...
-No, gracias. MI mujer es muy ahorrativa, y yo madrugador.
-La hipoteca.
-Está a su nombre y la avalaron sus padres.
-¿Tú hijo?
Pepe, se aleja sonriendo casi con dulzura.